El viento no pasa dos veces por el mismo lugar
Pareciera absurdo pensar en encontrar cosas nuevas al
caminar por las calles en las cuales circulas diario. Cada momento de tu vida
lo has pasado ahí, pero hoy fue diferente. Desde el momento cuando saliste de
casa un objeto extraño en tu patio hizo que formularas una pregunta en tu
mente: ¿qué hace una banca de madera ahí? Es un patio con techo de lámina, no
es necesaria.
Un clima caluroso, bastante reconfortante, envuelve la
calle donde has pasado toda tu vida. Hace tiempo que las casas no cambian de color o de tamaño,
pero las personas que viven en ellas sí. Algunos llegan para quedarse y otros
se van para nunca volver; o como el mecánico de junto, quien tiene un ayudante
nuevo cada año o menos, depende cómo le vaya.
El gris del pavimento es monótono a cada paso que das. Al
llegar a la esquina, ese color contrasta con el de la pared de la primaria que
se encuentra enfrente; blanco, como el color de la hoja en la que fueron escritas estas palabras. En aquel lugar pasaste seis años de tu vida, en los
cuales realizaste bastantes hazañas que se convirtieron en experiencias lindas, las cuales hace mucho no recordabas porque: ¿quién se acuerda de su primaria cuando la vida es tan rápida? No puedes
pararte a pensar.
La papelería que está a la izquierda saliendo de tu calle ha existido desde que tienes memoria, antes en otro lugar, pero con el mismo
nombre, aunque tenga competencia. Los negocios rodean los sitios cercanos por donde
vives: tienda ahí, puesto de garnachas al otro lado, tortillería en la otra esquina, panadería a la vuelta, purificadora a dos pasos,
etcétera; unos se van, otros vienen y muy pocos se mantienen.
Más adelante, después de pasar con el nuevo carpintero de
la colonia a revisar un trabajo que encargaste, caminaste cerca del kínder donde estudiaste; luego la gran
iglesia azul recién remodelada, y conviviste un momento con una vecina a quien apenas conoces ella, a pesar de la nula confianza imaginada por ti, dijo: “sigo
viva, no sé qué penitencia estoy pagando”.
Llegaste al mercado de siempre, el
cual todos conocen como “el de la colonia”. Estas seguro que tiene otro nombre
pero no lo sabes, tal vez nadie lo sabe. ¡Qué extraño! Ese sitio tan surrealista siempre se encuentra lleno de
colores, olores y sabores. Las recauderías con su fruta de temporada dominan
ese espacio; las cocinas económicas y los puestos de antojitos son inevitables
de percibir; la única papelería es de las más visitadas; y los inconfundibles: “¿qué
le damos, güerita?, ¡pásele, pásele!”, es lo que impera el ambiente. También es
imposible no encontrar a alguien conocido para recordar algún acontecimiento
común, o saludar al “marchante” favorito.
Saliendo de ese paraíso de experiencia para los sentidos,
te encuentras sobre un boulevard principal. Algo que nunca cambiará es el
tráfico que se genera; el claxon sonando, el humo tóxico saliendo del escape,
la música favorita del conductor que rodea a la gente mientras camina por la
banqueta nunca va a desaparecer.
Los negocios de comida invaden la banqueta por la que
circulas: tacos, por kilo, desayunos y china, cada uno con su respectiva
cumbia, salsa, merengue o banda, dependiendo quién esté atendiendo. Las
personas disfrutan sus alimentos callejeros mientras, a un lado, está un
gimnasio y, al otro, una vinatería. Colocan en una encrucijada a cualquiera.
Comprar comida hecha era el motivo por el cual realizaste
este paseo, algo que haces muy a menudo. Las señoras que atienden el negocio
(¡sorpresa!, no sabes su nombre) ya te reconocen: “¿va a querer su guisado
extra, señor?”, mientras a tu alrededor se colocan más personas en busca de sus
alimentos del día: “un paquete para tres personas, por favor”.
Este caminar te hizo observar con mayor detalle tus
rumbos comunes. Mirar hacia enfrente o arriba muestra una perspectiva diferente
de las cosas, tener más atento el oído puede ayudar a escuchar los chismes de
la colonia, y atender a todos los olores que lleguen puede causar un brillo en
los ojos o una infección pulmonar. Pareciera absurdo pensar en encontrar cosas
nuevas al caminar por las calles en las cuales paseas a diario, pero las cosas
a nuestro alrededor siempre son distintas.
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