Millenials: generación de adictos
Esta
generación de sujetos que nacimos, aproximadamente, entre 1980 y el 2000,
compartimos muchos ideales y somos catalogados como flojos, altaneros,
narcisistas, ególatras, necesitados de aceptación y demás. Cualquier etiqueta
despectiva funciona, porque “no nos criaron como a nuestros padres”. Pero este
texto no es para eso. Las palabras aquí escritas son para confesar lo que nadie
quiere aceptar pero está presente en las vidas de cada uno de nosotros los millenials.
Sí,
soy millenial y soy un adicto.
La
adicción de la generación del milenio no es al alcohol, a las drogas o al juego
(aunque no se descartan posibilidades), sino a algo que se asemeja a eso: las
redes sociales. Todas aquellas plataformas digitales con las cuales podemos
crear (o no) lazos con demás gente en el mundo.
Los
millenials pasamos cerca de cinco
horas conectados a las redes sociales, llámese Facebook, Twitter, Instagram o
WhatsApp, y no podemos pasar más de una hora desconectados, a menos que sea por
causa de fuerza mayor (no hay internet o luz o algo así de grave). Debemos
estar enterados sobre todo lo que ocurre a nuestro alrededor (o ver los likes que llevamos).
Todo
este tiempo empleado podemos usarlo para otras cosas, pero no, es algo
inevitable, en serio. ¿Cómo es posible una adicción?, por a la dopamina. Este
neurotransmisor (significa que pasa información de una neurona a otra) provoca
felicidad y satisfacción ante un hecho como un beso, una palabras de aliento o
alguna sensación que nos haga sentir bien. Y sí, puede ser peligrosa y
adictiva.
De
acuerdo con un estudio publicado en las Actas la
Academia Nacional de Ciencia de Estados Unidos (PNAS) y otro llevado a cabo por RadiumOne (una empresa de compra de
medios) la dopamina, al estar ligada al placer, logra que cada like, post de alguna fotografía o tweet
cree esa sensación en el cerebro. Es por eso que siempre estamos atentos a las
notificaciones y nos encanta ver un número encima de la aplicación.
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