Carta a un anciano
Querido
señor:
No
sé por qué últimamente me ha surgido una atracción hacia el conocimiento de los
ancianos; ya lo dice el famoso dicho: “más sabe el diablo por viejo que por
diablos”. Para que me impregne un poco de su saber y me ayude a resolver
algunas dudas que tengo sobre la vejez, pongo este texto en sus manos. Tal vez
quiero adelantarme a mi tiempo y eso no es correcto, pero son dudas que han
surgido de la nada, y soy de esas personas que no pueden descansar sin saber
algo nuevo. Es por eso que me dirijo a usted por medio de estar carta.
¿Por
qué los ancianos tienen esa manía de contar vivencias del pasado? Cada vez que
estoy cerca de algún viejo, aunque no quiera hacerlo, escucho alguna conversación
sobre el pasado, acerca de algún recuerdo que quieren revivir. Mi padre algún
día me dijo: “tu abuelo siempre me comenta los mismos recuerdos tres veces cada
vez que vamos a de visita. Debo escucharlo, a veces es mejor vivir en el
pasado.” Todo esto tal vez pasa porque ya están resignados a la muerte, sólo viven
(¿o reviven?) para mantenerse en esta tierra, ya no pueden experimentar más
cosas; es probable que la vida no les dé para más.
¿Es
de todos los ancianos, o sólo con los que me he encontrado, que canten
canciones antiguas? Siguen atrapados en su pasado, quieren recordar, supongo,
los buenos tiempos en los que esas melodías eran un éxito. No sé qué hacer
cuando experimento eso, no sé si alegrarme porque están pasando un buen rato, o
entristecerme porque continúan encerrados en la jaula del tiempo. Están tan
chapados a la antigua que es muy complicado sacarlos de ahí. ¿Cómo pueden vivir
con esa nostalgia?
Ahora
que pienso y escribo esto: ¿qué manía tengo yo de escribir sobre la vejez? En
estos momentos tengo la idea de no crecer pero, tal vez, inconscientemente, es
en lo único que pienso: ser viejo. Me encantaría pasar un día como anciano para
saber y poder responder a estas dudas, y hacer que esto no sea leído, pero nada
es así de sencillo en esta vida.
Mientras
llega mi momento de ser viejo, me gustaría que usted me ayudara a responder
estas dudas y, si le gustaría, seguir manteniendo contacto, platicar sobre
libros o algunas vivencias. En ciertas ocasiones también me encanta vivir en el
pasado, es probable que congeniemos mucho. Su sabiduría es más grande que la
mía por el simple hecho de que usted es mayor que yo, así que espero acepte mi
propuesta y podamos hablar algún día.
Me
despido sin más que agregar. Con un cordial saludo, su joven amigo.
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