La inseguridad no es tan lejana como la pintan…


Colaboración anónima

Sebastián tocó la puerta dos veces. Un señor de mediana edad aparece con una sonrisa en el rostro. Comienza la serie de preguntas. Apenas la primera hoja. Conversaban sobre la calidad que tenían los servicios públicos en la delegación, cuando una señora se acerca a ellos. Es su esposa que ha estado escuchando todo, se queja de la UNAM, el gobierno y los servicios, toma la hoja y la pluma y escribe en grande: “No se puede evaluar la calidad de vida en la G.A.M”. Cierra la puerta y Sebastián se aleja.
Más de una vez escuchamos noticias de inseguridad en los distintos municipios del Estado de México o en las delegaciones de la CDMX. Como ciudadanos, nos hemos encargado de normalizar estas situaciones y vivir con miedo, incluso en nuestra propia casa. Las noticias sobre matanzas, secuestros y robos se han vuelto tan comunes, que incluso las personas suelen burlarse y hablar mal de un municipio que nunca han visitado.
A pesar de estar tan cerca, todo parece ajeno cuando no lo has vivido. Nunca he tomado como un chiste la situación en la que vive nuestro país, pero no tenía idea de la calidad de vida que se tiene en municipios tan cercanos al mío, hasta esa mañana de junio cuando visitamos con miedo algunas colonias del Estado y Ciudad de México. Fuimos de puerta en puerta. En muchas de las casas sí había gente, pero sólo unos cuantos se animaron a abrirnos y contarnos cómo viven.
Puedo asegurar que todas las personas con las que encontré evaluaban la seguridad pública con un máximo de  cinco, pero la mayoría expresaba que lo justo era cero o menos. No había policías, y los que estaban se hacían de la vista gorda. “Al vecino de enfrente le quitaron su coche cuando iba al trabajo. Lo entregó de inmediato pero le dispararon en la pierna”. En todas las calles habían robado y  asaltado con distintos tipos de arma.  Para muchos, la culpa es del gobierno, pero para otros la culpa es de todos. Desde la falta de comunicación entre los vecinos hasta la ineficiencia de la seguridad pública.
Nunca pude definir de quién era realmente la culpa de tanta inseguridad en un municipio. Eso sí, nunca vi cerca un policía.
La gente ya no cuenta con miedo lo que pasa, ni con coraje, se han acostumbrado a salir de casa sólo por cuestiones de trabajo. No confían en el gobierno, en la presidencia municipal, en los medios de transporte, ni en los mismos vecinos. Pero aún así, a pesar del miedo y de la falta de oportunidades, gracias al coraje que sienten hacia el país, se acercaron a nosotros para contarnos sus experiencias y el deseo que tienen por salir adelante.

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“No nos dan empleo, así que ponemos puestos de comida en la calle que la policía se encarga de quitar y pedirnos dinero a cambio de dejarnos vender. No tenemos lo suficiente para vivir, pero aún así quieren que les demos más. No nos ofrecen trabajo y nos quitan la oportunidad de hacerlo por nuestra cuenta”. El desempleo es más grande de lo que la gente piensa. Son muchas las personas que quieren trabajar pero ya sea por la edad, falta de estudios o las mínimas oportunidades, no logran otorgar grandes sustentos a casa.
La inseguridad también es más grande de lo que parece. Al visitar estas colonias descubres que está más cerca de lo que te imaginas. Los feminicidios se viven todos los días y a la gente ya no le preocupa detenerlos o acusar a las autoridades, porque no existen. En momentos parecía que estábamos más lejos de la civilización debido a la pésima calidad de servicios: desde agua sucia en las casas o en las calles, además de la falta de electricidad.

Los vecinos nos agradecían por acercarnos a ellos, aunque en el fondo saben que es muy poco probable lograr un cambio. Nos advirtieron no andar solos e irnos a más tardar a las dos de la tarde. ¿2:00 PM? Parece que los toques de queda en algunos sitios llegan más temprano de lo que te imaginas. La inseguridad no está tan lejos, ni tan tarde, como la pintan…

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