La ligereza de las palabras


El lenguaje es algo que nos distingue de los demás animales. Esa facultad de comunicación cara a cara nos permite relacionarnos con los demás y convertirnos en seres sociales. Cada palabra que emitimos tiene un significado, el cual se construyó a lo largo del tiempo y se relaciona con lo acontecido alrededor de las personas en el momento que salen de la boca.
Con las redes sociales, ese lenguaje hablado se ha transportado al escrito. La mayoría de la gente con dos pulgares se comunica y logra plasmar sus sentires en su time line de Facebook o Twitter. Muchas son las expresiones usadas hoy en día, la mayoría con un gran peso para la vida, otras sin razón de existir, pero últimamente se ha desarrollado un afán por la ligereza de las palabras.
“Estoy muy sad”, se lee en cualquier publicación de Facebook. “Mi depresión ha llegado a niveles inusitados”, redacción encontrada en un tuit escrito por alguien. Estas palabras decoran los perfiles de personas que en su fotografía de presentación digital se ven muy felices, y que poco antes habían publicado fotografías en la fiesta, con la novia o amigos. Eso no parece ser triste. Sí, ser sad significa estar triste.
La capacidad de transmisión de sentimientos a través de las palabras se pierde cuando se toma tan a la ligera esas expresiones. No cualquiera está triste de verdad. No cualquiera sufre de depresión, mucho menos si lo tuiteas cada cinco minutos. Son padecimientos reales que se confunden gracias a esos pequeños segundos escribiendo 140 caracteres o más para poder conseguir un like, un “me encanta”, un retuit o una respuesta. La popularidad mantiene cegada la oportunidad de ayudar.
Estar a la moda es lo que buscan las personas al publicar eso en su cuenta. Ya lo decía un compañero en su Twitter: “Hablar de nudes o ser sad en Twitter significa tener éxito asegurado”. Y así es. O al menos eso se piensa. Casi nunca se obtiene la fama deseada. Muchas veces llegan más seguidores cuando no se postea nada que cuando los tuits o publicaciones de Facebook fluyen como lluvia de junio.
Muchas personas usamos Twitter para crear un alter ego, aquello que no podemos ser en la realidad. Somos los bromistas, los sexys, los intelectuales, los amorosos, los haters, los sads, los depresivos. Somos ligeros. Somos frágiles. Representamos la ligereza de las palabras.
Cualquier tema a tratar, como la depresión, no es algo que se deba normalizar o tratar con ligereza en redes sociales. En 2014, más de 10 millones de personas padecían de depresión en México. En 2015, 16 jóvenes, de entre 15 y 29 años, se suicidaban diariamente, la principal causa era la depresión. Muy probablemente estas cifras hayan aumentado, porque la rapidez de la vida no se detiene, nunca habrá un paro total para erradicar estos síntomas, siempre se mantendrá el ritmo, sin respeto a los caídos que nadie notó.
Está bien pedir nudes por Twitter o WhatsApp. No importa se posteas la fotografía con los amigos después de la peda. Buscar la popularidad en redes sociales es algo que muchos quieren pero pocos logran. Si tú eres de esos, adelante. Inténtalo, pero nunca tomes a la ligera las palabras. El lenguaje hablado y escrito puede provocar más heridas que cualquier arma, pero también puede salvar de los golpes de la vida.

Que el ser sad o depresivo ya no sea moda. Los problemas reales deben tratarse. La ligereza de las palabras es algo que debe evitarse. Se debe disfrutar la vida con otro tipo de publicaciones (o pidiendo nudes). Que la tristeza, sea real o por popularidad, se acabe para que nadie viva sin sonreír.

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